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Del mal uso del móvil a la adición de las redes sociales entre los jóvenes 

Vivimos en la sociedad de la conectividad, los dispositivos nos acompañan en nuestro día a día, ya sea en la escuela, en el trabajo o en nuestro tiempo libre, llegando a convertirse en un elemento imprescindible y esencial para vivir. 

Burbuja del móvil

Emma Gómez Nicolau, doctora en Sociología y profesora de Filosofía y Sociología de la Universitat Jaume I, opina que la mayor parte de la población vive pendiente de las redes y en los tiempos vacíos se ha convertido en una práctica que 'ocupa' el tiempo.

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La tecnología está integrada en todos los ámbitos, pero aunque nos facilita la vida, también nos sumerge en una burbuja que nos distancia de aquello que nos rodea. Pero la culpa no la tiene la tecnología, sino que la culpa es del “individualismo y la falta de comunidad y vínculos sociales, el consumo de vínculos a través de las redes no es más que un síntoma de la debilidad del vínculo social en el presente”, según afirma Gómez.

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¿Hemos normalizado utilizar el móvil para desconectar de todo lo que nos rodea? ¿Cuándo hemos pasado del uso a la adición? Una encuesta realizada por Social Teens, contestada por 64 jóvenes de Castellón, el 60% de los encuestados utilizan las redes sociales para escapar de sus problemas diarios. Utilizar las redes sociales para cubrir las necesidades, aficiones e intereses forma parte del consumo adecuado. Sin embargo, pasar un largo tiempo dentro de las redes se considera atravesar una línea roja. ¿Pero cuándo aparece la adicción? La adicción aparece cuando una persona pierde su capacidad de control y utiliza las redes en momentos inadecuados, por ejemplo, cuando tiene que estar haciendo los deberes, atento en clase o en una conversación con sus amigos. Como refleja la encuesta, más de la mitad de los encuestados reconoce no poder controlar sus impulsos al abrir una aplicación. A esta pérdida del control se suma la irritación por olvidarse el móvil o no tener cobertura, cuando esto afecta a nuestro humor la situación va más allá de lo razonable. Finalmente también se considera adicción cuando dejamos apartadas nuestras aficiones para pasar todo el tiempo navegando en la red. “El tiempo en redes no se inicia como un tiempo de calidad ni un tiempo de ocio pensado, sino un espacio de matar el tiempo que, como algunas personas advierten como Amparo Lasén, nos ha dejado sin el tiempo de no hacer nada” (Gómez-Nicolau, 2022).

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“Un 90% de los encuestados reconoce estar enganchado a las redes y un 100% consideran que utilizan el teléfono más tiempo del debido”

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Un artículo publicado en la revista Frontiers in Psychology, Samuel Veissière y Moriah Stendel, del Departamento de Psiquiatría de la Universidad McGill, en Canadá, plantea que todas las adiciones al móvil comparten un elemento común: las ansias de conectar con otras personas. Aunque todas las redes sociales brindan la oportunidad de socializar también aparece la hiperconectividad, la cual lleva a nuestro cerebro al límite, favoreciendo así la aparición de una adicción. 

La adición de los jóvenes a las redes sociales deriva de la dopamina, un neurotransmisor que produce placer y que estas plataformas potencian. Los algoritmos están hechos para que nos enganchemos y dejarnos sin dopamina, haciendo que aparezca el cansancio y la falta de energía. 

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Investigadores de la Universidad Normal de Shaanxi (SNNU) en China han confirmado que la adicción a los teléfonos inteligentes reduce la capacidad creativa del cerebro, perdiendo así fluidez mental, flexibilidad y originalidad debido al impacto en los lóbulos temporales y en la corteza cerebral.

 

Señales que indican la adicción a las redes

La adicción a las redes sociales se puede manifestar de muchas formas. Por ejemplo, si lo primero que haces al levantarte y lo último que haces al acostarte es revisar el teléfono móvil. El 100% de los encuestados afirma seguir este hábito. Si publicas diariamente o semanalmente algo, también si antepones las redes sociales a otras actividades, una costumbre que el 50% de los encuestados practica.  Y finalmente y si no puedes vivir sin internet,  el 70% de los encuestados se siente incómodo sin el móvil. ¿Es el móvil una nueva prolongación de nuestro cuerpo?

Para poder hacer frente a la adicción y a la infelicidad que estas causan es recomendable desinstalar aplicaciones, establecer un límite de uso al día, salir a la calle, tener contacto físico o retomar aficiones.

 

La personalización de los filtros burbuja

De la inmersión en las redes sociales ha aparecido el llamado filtro burbuja, un término concebido por el activista Eli Pariser, que consiste en esferas personalizadas de contenido que se han creado mediante los algoritmos de las plataformas, haciendo que cada persona tenga la suya personal y pase horas frente a la pantalla sin inmutarse, consumiendo contenido infinito gracias a las temáticas afines a sus gustos. Un 40% de los encuestados afirma que consume más de 4 horas de su tiempo en  redes sociales, una práctica que contrasta con los 30 minutos diarios que recomienda el estudio llevado a cabo por científicos de la Universidad de Pensilvania. El consumo de contenido irrelevante podríamos ponerlo dentro del paraguas de consumo crítico y de alfabetización mediática e informacional que nos puede ayudar a navegar mejor en las incertidumbres y malestares que puede generar la exposición en las redes. Malestares que estan generados por el sexismo, racismo, clasismo, capacitismo y normatividad imperante tanto en la sociedad como en las redes, tal y como apunta Gómez.

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El incremento de la distancia social es evidente, cada vez estamos más desconectados de la realidad y más conectados a la red, un hecho que se ha intensificado por la pandemia. ¿Hemos dejado de ser animales sociales que necesitan contacto? Jorge L. Tizón, psiquiatra, psicoanalista, psicólogo y neurólogo, en su  libro “Salud emocional en tiempos de pandemia”, advierte de las consecuencias que pueden desembocar del distanciamiento físico, como la soledad, la reducción de la productividad y las carencias que se presentan debido a la falta de interacción humana. Todo esto está afectando a la forma que tenemos de relacionarnos e interactuar con los demás. 

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El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) considera que las redes sociales son un problema para la salud pública por la adicción que pueden generar, algo que comparte el catedrático de Psicología Clínica de la Universidad del País Vasco Enrique Echeburúa, quién afirma que las redes sociales “afectan a un grupo de población del 3% de personas propiamente adictas y un 15% adicional que pueden hacer un mal uso de las redes sociales”.

Las investigaciones apuntan al individualismo y la falta de comunidad y vínculos sociales. La creación y el consumo de vínculos a través de las redes no es más que un síntoma de la debilidad del vínculo social en el presente.

¿Es posible estar fuera de las redes? Esa es la gran pregunta.

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